Pese al ataque frontal de Daniel Ortega contra la Iglesia Católica de Nicaragua y el ensañamiento contra algunos de sus miembros, como el obispo Rolando Álvarez, otros sacerdotes siguen siendo fieles admiradores y defensores del régimen. Incluso de la prohibición de las procesiones de Semana Santa.

Por CONNECTAS

 

Este año, miles de católicos nicaragüenses tendrán que hacer el tradicional Vía Crucis encerrados en una iglesia o, con la fuerza de la imaginación, desde un sofá en su propia casa. El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo prohibió realizar esta y otras importantes procesiones católicas en las calles, una medida más dentro de la serie de ataques que el gobierno sandinista ha lanzado contra la Iglesia.

Pero contra lo que el mundo podría pensar, en esta guerra política (y espiritual) la jerarquía católica nicaragüense no enfrenta unida esta escalada represiva. Entre sus miembros hay algunos que han optado por el bando orteguista, avalando sus doctrinas y hasta pronunciando desde el púlpito arengas en favor de Ortega.

Del otro lado están algunas de las voces más críticas del régimen, como los obispos Rolando Álvarez (encarcelado) y Silvio Báez (exiliado); y el padre Edwin Román, pariente del general Augusto Sandino y también expatriado. 

También están los “prudentes” que, siguiendo el ejemplo del arzobispo de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, prefieren callar. Opción que, en medio de la radicalización del régimen contra la Iglesia, ha sido adoptada por muchos sacerdotes, laicos y creyentes. 

Aunque es un sector más pequeño y menos visible, el de los fieles aduladores de Ortega incluye tanto a obispos como a sacerdotes y sus respectivos feligreses; y de la misma forma que ocurrió en los 80, algunos de ellos son más mediáticos y el régimen los utiliza para demostrar el apoyo de la Iglesia hacia el gobierno sandinista.

 

Monseñor Sándigo reza el Vía Crucis alrededor de la catedral de León. Crédito: El 19 Digital

 

Monseñor René Sándigo es uno de ellos. Cuando el régimen prohibió a los feligreses católicos no salir a las calles para las procesiones tradicionales de este Viernes Santo, el obispo de León avaló la decisión a través de un mensaje de audio a los sacerdotes de su diócesis. “A muchos les ha dicho la autoridad que el Vía Crucis solo se puede hacer a lo interno de la iglesia, a otros todavía no. Por lo tanto es preferible que todos lo hagamos dentro del templo o en el atrio”, dijo Sándigo, sin cuestionar la disposición del Gobierno sobre una de las tradiciones más importantes de la fe católica. 

No está claro desde cuándo este encumbrado obispo cambió de discurso, ya que tras el retorno de Ortega al poder en 2007 había sido crítico. Pero hay un hecho que puede ser una señal de esto: a raíz de un asalto perdió su computadora personal. Su cambio fue tan radical que en agosto de 2019 llegó a tomar posesión de la diócesis de León escoltado por el comisionado Ramón Avellán, funcionario policial repudiado por su participación en la masacre que provocó la represión oficial durante las protestas de 2018.

El obispo Sándigo no es el único clérigo nicaragüense que se muestra cerca del Gobierno y lejos de la posición crítica del Vaticano representada en las últimas declaraciones del papa Francisco. Hay sacerdotes que incluso hacen propaganda a favor de Ortega. 

 

 

Monseñor Montenegro fue secretario del fallecido arzobispo de Managua Miguel Obando. Crédito: El 19 Digital

 

En 2019, durante la celebración del 40 aniversario de la Revolución Sandinista y en plena crisis política, varios religiosos compartieron la tarima con la pareja presidencial. Entre ellos, monseñor Eddy Montenegro, exsecretario del fallecido cardenal Miguel Obando y ahora en retiro; monseñor Bismark Carballo, recordado porque en los años 80 los medios de comunicación oficialistas lo mostraron desnudo mientras una mujer lo obligaba a salir de una casa; y el padre Antonio Castro, párroco de la Iglesia la Merced de la capital del país.

Se han divulgado varias imágenes de este religioso celebrando misa con fotografías de Fidel Castro y banderas roja y negra del FSLN en el altar. En noviembre de 2017, durante la misa por el primer aniversario de la muerte del líder cubano, pidió que el pueblo de Cuba mantuviera el “espíritu de generosidad, solidaridad y amor” que según él caracterizó a Fidel. 

 

En noviembre de 2017, el padre Antonio Castro celebró una misa por el primer aniversario de la muerte de Fidel Castro. Crédito: El 19 Digital

 

Otro sacerdote que no desperdiciaba oportunidad para mostrar su admiración por la pareja presidencial era el padre Nayib Eslaquit, de la parroquia de Dolores, Carazo, aunque desde el estallido de la crisis en 2018 ha tratado de aparecer menos en los medios de comunicación. 

El padre Nayib Eslaquit es otro admirador de la pareja presidencial. En la foto, durante la celebración del 36 aniversario de la revolución sandinista, Julio de 2015. Crédito: El 19 Digital

 

Obando y Brenes, las dos caras de la Iglesia nicaragüense

No todos los sacerdotes cercanos al régimen lo demuestran con pronunciamientos públicos. También lo pueden ser mediante su silencio. En medio del panorama de represión política en el país, la actitud “prudente” del Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de Managua, cardenal Leopoldo Brenes, que prefiere callar para evitar confrontaciones, despierta suspicacias entre algunos católicos e incluso ha marcado su relación con Ortega. 

Desde que retornó al poder en 2007, el trato del líder sandinista con el arzobispo de la capital no ha sido hostil. En cambio, durante su primer mandato en los años 80 tuvo que soportar los constantes señalamientos de monseñor Miguel Obando y Bravo, a quien Juan Pablo II nombró cardenal en 1985. Es decir, durante la etapa más dura de las hostilidades. 

 

 

  

Miguel Obando fue un intenso crítico de Ortega en los 80. Después, las hostilidades entre ellos se calmaron, como lo muestra esta foto de 2015. Crédito: El 19 Digital

 

Sus enfrentamientos con Ortega fueron constantes durante más de dos décadas y quizás por eso, decidió convertirlo en su aliado. Para mala suerte de Ortega, ese respaldo le llegó tarde. El 1 de abril de 2005, es decir un día antes de morir, el papa Juan Pablo II aceptó la renuncia del cardenal Obando, que murió en junio de 2018 y fue enterrado sin ningún tipo de homenaje. 

En su reemplazo, el papa polaco nombró como Arzobispo de Managua a monseñor Brenes, que se caracteriza por evitar el conflicto con el Gobierno, pese a los abusos de éste. “No tengo ninguna opinión al respecto porque esas son cuestiones de Estado y yo no soy experto”, dijo tras la reciente ruptura de relaciones diplomáticas con el Vaticano.

Ortega no insulta a Brenes de manera personal, como ha hecho con otros obispos a quienes llama “golpistas” y los acusa de querer derrocarlo. “No es que vivía en una casita como en la que vive el cardenal Brenes ahí en Altagracia. Esa es una casa humilde, (la de monseñor Rolando Álvarez) es una mansión”, dijo Ortega el pasado 9 de febrero cuando anunció el traslado del obispo detenido a la cárcel Modelo.

La posición discreta de Brenes contrasta con la del obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, monseñor Silvio Báez, quien desde su llegada al país en abril de 2009 fue muy crítico con el Gobierno. Y ante los constantes abusos de poder de Ortega y Murillo, siempre alzó su voz.

 

A diferencia de Brenes, monseñor Silvio Báez (acá saludando a Ortega) se ha enfrentado a él sin concesiones y por eso hoy está exiliado. Crédito: El 19 Digital

 

En abril de 2019, el papa Francisco le ordenó a Báez trasladarse a Roma, ya que temía por su vida. Actualmente vive en Miami, Estados Unidos, donde mantiene cercanía con los nicaragüenses exiliados. Además, es una de las voces que más reclama la liberación de su “hermano obispo” Rolando Álvarez.

Monseñor Álvarez, el Papa y la guerra contra la Iglesia

Desde que fue encarcelado el 9 de febrero pasado en el Centro Penitenciario Nacional Jorge Navarro de Tipitapa, conocido como La Modelo, a Rolando Álvarez no le permitieron visitas y sus familiares, la feligresía, gobiernos y diversas organizaciones —tanto nicaragüenses como extranjeras—  demandaron una prueba de vida y su pronta liberación. La presión, especialmente la internacional, obligó a que finalmente el sábado 25 de marzo medios oficialistas informaran que el obispo de 56 años había recibido la visita de sus hermanos Vilma y Manuel Antonio. 

 

El 25 de marzo pasado, el régimen exhibió por primera vez a su preso político más famoso: Monseñor Álvarez, que recibió la visita de sus hermanos  en la cárcel Modelo. Crédito: El 19 Digital

 

Muchos se preguntan por qué el ensañamiento con monseñor Álvarez y la respuesta puede ser su compromiso con su feligresía y el apoyo que ésta le daba. A él lo nombraron obispo de Matagalpa en marzo de 2010. Su ascenso hizo que muchos lo vieran como el futuro arzobispo de la arquidiócesis de la capital, ya que a los cardenales Obando -en febrero de 1970- y Brenes -en abril del 2005- los eligieron para ese cargo mientras dirigían aquella diócesis.

Tras el estallido social de 2018, la notoriedad del obispo creció por su rol de coordinación de comunicaciones en el Diálogo Nacional que el régimen estableció en mayo de 2018, donde la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) fungió como mediadora.  

Ortega no tardó en comenzar a perseguirlo, hasta que finalmente lo detuvo en agosto de 2022. Primero los jueces le impusieron casa por cárcel en una vivienda de su familia, hasta que después de negarse a aceptar el destierro, sin realizarle juicio lo condenaron a 26 años de cárcel y lo trasladaron a la Modelo, la más grande y peligrosa del país. 

Esta escalada represiva contra representantes de la Iglesia hizo que finalmente el papa Francisco se pronunciara abiertamente contra el régimen sandinista. El 10 de marzo pasado, justo cuando cumplió 10 años como pontífice, dijo que Ortega es una persona con desequilibrios y comparó su dictadura con las más sangrientas de la historia. La respuesta fue casi inmediata: Managua rompió relaciones diplomáticas con el Vaticano.

 

Como consecuencia del incremento de la hostilidad hacia la Iglesia Católica en Nicaragua, también se agudizaron las restricciones. La prohibición de realizar procesiones y eventos masivos fuera de los templos, que en los últimos años afectó especialmente a ciudades como Matagalpa, Masaya, Boaco, Jinotega y Chinandega, ahora se generalizó. 

En este contexto de creciente enfrentamiento con la Iglesia Católica, Ortega ha tenido que conformarse con el apoyo de un puñado de pastores evangélicos que a través de una carta pastoral lamentaron los señalamientos del papa Francisco a Ortega y advirtieron que la solución a los problemas de Nicaragua no puede venir “ni de Washington ni de Roma”. E indirectamente acusaron al pontífice del sufrimiento causado por los “poderes temporales del pecado” al pueblo nicaragüense. 

Al final, lo que está detrás de la embestida frontal de Ortega contra la Iglesia es eso, una lucha de “poderes” representada en el encarcelamiento del obispo Rolando Álvarez, convertido hoy en el preso político más célebre del continente. De si gana el discurso sostenido con hechos por organizaciones sociales y medios de comunicación, y replicado por los pocos sacerdotes valientes que aún se atreven a hablar, donde la causa del sufrimiento terrenal del pueblo nicaragüense apunta a las decisiones del Gobierno; o el que intenta instaurar la familia presidencial y que obliga a los nicaragüenses católicos a hacer las procesiones en su casa en esta Semana Santa.